jueves, septiembre 22, 2005

Transiciones

Hace días Carolina Alonso en su blog reflexionó sobre los puntos de giro. Sé que ahora yo estoy en uno de esos puntos, el camino que conocía ha cambiado o , más sútil pero igual de cierto, yo he cambiado y el camino ya no se ve igual. Quiero pensar que yo determino los pasos que doy, que cada vez son más mis pasos y que los zapatos prestados los he devuelto, que los caminos que recorro ahora los he escogido y no me han sido impuestos, quiero creerlo pero no termino por estar convencida. Por alguna razón he escogido caminar junto a otros, enseñar para mí es eso, vivo rodeada de estudiantes, de miradas que todos los días tienen algo para decirme: me juzgan, me acompañan, me inquietan, me escuchan.... Es dificil explicar la multitud de sensaciones que se tienen en una hora de clase y más con adolescentes, lo único que se me ocurre en este momento es pensar que en 50 minutos logran condensarse todas las emociones. Las clases son grandes organismos los 20 alumnos terminan por hermandarse y construir una unidad que se relaciona con el profesor. Hay grupos que te quieren, que se adaptan rápido a tu personalidad, que entienden lo que dices, lo que quieres decir y lo que no alcanzas a decir. Son miradas que vibran contigo, corazones que te escuchan. Hay grupos hostiles que se debaten entre castigarte por estar ahí, representando una autoridad que quisieran derrocar, o ignorarte un poco... Todos los días, de una u otra manera, se aprende algo de la naturaleza humana de lo bueno y lo malo que puede haber en el interior de una persona, y todos los días, si uno es buen observador, se puede aprender algo de sí mismo. Claro, hay muchas lecciones amargas pero esa es otra escogencia que hice, no dejar de mirarme mientras camino. Por estos días me encontré una publicación en la que contaban como para Sting el oficio de enseñar no distaba mucho al de ser un cantante de rock ya que "en ambos casos, eljuego consiste en encerrarse durante una hora con un puñado de posibles delincuentes, tratar de entretenerlos y además, salir ileso."

También por estos días he pensado en el amor... en lo extraño que es escoger a alguien en medio de la multitud y decidir vincularse a él.En cómo la manera en qué amamos va cambiando con los años... y bueno, lo cierto es que vamos aprendiendo a amar sobre la marcha y a veces confundimos el amor con otros sentimientos. No sé ni cómo expesar lo que quiero decir pero creo que muchas veces se confunde el miedo con el amor, el miedo de estar solos, el miedo de dejar ir a ese que creemos especial, el miedo a no ser querido de nuevo. Me parece que las heridas que nos van dejando determinan después la manera en que creemos que debemos relacionarnos con otros, quedamos llenos de campos minados y ante el menor asomo de algo que creemos conocido saltamos "eso no me volverá a pasar" pensamos asustados y levantamos nuestros muros de protección... Quisiera creer que aún es posible erradicar tantos temores, limpiar para siempre las viejas cicatrices y creer... Creer en que la mano que está junto a tí puede tomarte con suavidad y acompañarte durante un tiempo, sin afanes, sin angustias... ¿Será
posible?

domingo, septiembre 04, 2005

Sobre La interprete





Fueron largos días de silencio, supongo que a veces es necesario resguardarse, "limpiar el closet" y mirar el sol desde la ventana...




En días pasados vi La interprete, película dirigida por Sydney Pollack y protagonizada por Sean Penn y Nicole Kidman.
Más que hacer una larga y extensa reseña crítica quería decir, simplemente, que la película me conmovió mucho…. Por alguna razón llegué a ella sin muchas expectativas y sobre todo, porque alguien que me escribió en este blog me la había recomendado. Me conmoví con la historia humana y dolorosa de los personajes principales y con las actuaciones de esos dos grandes actores que son Penn y Kidman (ella ha sabido demostrarlo con creces en sus últimas películas). Ahí están estos dos seres abatidos, Silvia, la interprete solitaria, que se ha construido un mundo donde habitar con su tristeza. Esta mujer de apariencia frágil que por dentro ha sobrellevado las más terribles pruebas, que está llena de dolor, de rabia de impotencia y que con eso intenta, como puede, buscar su lugar en el mundo. Nacida en África creció con la ilusión de que un líder lleno de ideales sería capaz de devolver el rumbo a su país, con el tiempo lo que comprueba es que el poder corrompe y que los ideales se remplazan con mezquindades y muertes. Silvia ha creído en una causa y ha visto a los suyos perecer por ella, ¿qué le queda frente a la desolación y el desconsuelo?, ¿de qué asirse cuándo ya no se puede creer en nada ni en nadie? Penn, por su parte, le da vida a Tobin, un policía que perdió a su mujer hace apenas dos semanas. El hecho de por sí doloroso lo es aún más cuando sabemos que ella era una cabaretera que usualmente lo abandonada y después regresaba arrepentida, hasta que tras sufrir un inesperado accidente de tránsito no lo puede hacer más. Penn carga ese dolor cuando se encuentra a Silvia y de alguna manera consigue sintonizarse con ella desde la rabia y la impotencia… Mirándose con recelo y desconfianza, Tobin debe acercarse a esta mujer, testigo clave de un complot de asesinato. Con el paso de las horas consiguen sobreponerse a las barreras que los separan y acompañarse desde lo más profundo de sus corazones. Los que esperan besos románticos, miradas aleladas no verán aquí satisfechas esas necesidades porque lo que une a esta pareja de solitarios es el dolor, lo que puedo decir es que encontrar compañeros durante trances de esos genera vínculos muy fuertes y eso es lo que uno siente con esta pareja… que aunque no vayan a estar juntos, aunque el camino de cada uno los separe, hay un lazo que los ha unido y que les dará fuerzas para seguir porque en últimas, lo que todos necesitamos para respirar sin dolor el aire que nos rodea y no ahogarnos en nuestras propias lágrimas es tener la certeza de que no estamos solos.
Al final, la cámara planea en el inmenso agujero que dejaron las desaparecidas Torres Gemelas, nada mejor para culminar una historia en la que la rabia y el deseo de venganza deben superarse para poder, al fin, respirar en paz.