lunes, diciembre 25, 2006

Varanasi

Sigo aqui, cada dia de viaje parecen miles de dias por la cantidad de emociones y experiencias. Hoy mi dia empezo temprano porque decidimos junto a Lisa y Maria ir a ver el amanecer junto al Ganges. Alli estuvimos en silencio despertando al tiempo que esta ciudad.. Varanasi despieta con cantos, oraciones y banistas que se dirigen a las aguas del Ganges sin importar el frio. Uno tras otro se suceden mientras otros cantan, las piras funerarias no detienen su fuego y otros lavan ropa. Vida y muerte. Las ofrendas florales pero tambien las basuras navegan por las aguas del rio... no importa que pase o que se escucha solo se siente paz frente a ese rio manso banado por la luz rosada del amanecer.
Hoy despedi a mis companeras de viaje hasta este momento y he quedado, por primera vez en dias, sola. La ciudad se encargo de acogerme rapidamente y termine contemplando el atardecer desde un bote durante un concierto precioso. Todo era tan bonito, tan perfecto, que me senti feliz y avergonzada de presenciar tanta belleza. Por la noche, durante la ceremonia a Shiva (del cual ya parezco devota) una belga adorable me invito a comer y asi se cerro el dia en Varanasi antes de partir rumbo a Gaya y Bodhyaga. Sera una separacion corta porque debo regresar a esta ciudad antes de seguir hacia el norte...
Se que todo lo que cuento parece endulzado con una paleta de colores suaves, no lo cristalizo completo porque aqui se encuentra todo... escupir parece ser el deporte nacional y a los pitidos interminables se une el coro celestial de escupitajos, tampoco hablo del polvo y el desorden, de que en una ciudad de mas de un millon de habitantes no hay semaforos sino policias que se ubican unicamente en los rond point. Tampoco hablo de la pobreza quizas porque no me impresiona mucho porque convivo con otra mas triste y dolorosa en mi pais y esta me parece diferente y sobre todo me parece que es vivida de otro modo. No hablo de las vendedores que se acercan porque he pasado vacaciones en Cartagena donde son mucho mas incisivos que aqui donde basta un gesto firme para alejarlos... no cuento de los olores porque pocos me molestan y mas bien me agradan, empezando por mi propia piel que aqui huele diferente y parece banada en flores. No me detengo en los edificios que se descacaran, ni en las bicicletas que van a arrollarte ni en ninguna de esas cosas porque hoy un hombre hablo conmigo en las escaleras y me honro por ser profesora
"porque yo respeto mucho a los profesores" y casi me hace llorar con ese gesto tan limpio y simple. Y porque solo siento amabilidad y coherencia en medio de tanto desorden. Por alguna extrana y miteriosa razon es como estar en casa... Le dire eso si, a la usuaria anonima, no tan anonima, que claro que puede esperar la foto en Sari y que es una lastima que no este pudiendo subir fotos porque en este pais es dificil no transmutarse (como ya me sucedio). El espiritu hippie que habia en mi, tal vez no muy escondido, se esta regodeando por estas calles, lastima que no pueda banarme en el Ganges porque creo que podria enfermarme mortalmente (mi fe no es tan fuerte aun para soportar tantas bacterias)....

domingo, diciembre 24, 2006

Navidad en Varanasi

Varanasi... las palabras se quedan cortas para hablar de la magnificiencia de esta ciudad tan particular. Dificil explicar como en medio del caos de sus calles, de esa sensacion de que tu rickshaw al fin se volcara, o se estrellara, o matara a alguien, o de los pitidos sin fin, solo se sienta calma. En Varanasi recorri unas calles que me parecieron iguales a las de old Delhi, pequenas, laberinticas. Sin embargo, uno de esos callejones deparaba la sorpresa: tras la oscuridad se abria, magnifico e imponente, el Ganges. No hubiera necesitado saber que se trataba de un rio sagrado, con verlo se intuye de inmediato. Esplendido y tranquilo recorre Varanasi y uno queda obnubilado de verlo. La ciudad se arrodilla ante el, convive con el, es la sangre que hace latir este corazon mistico que es Varanasi. Desde las multiples escalinatas bajan personas a banarse en sus aguas, a tomar de ellas, a llevar ofrendas en un movimiento constante y diario. Y tu, tu miras... como aqui la muerte y la vida se funden en un solo abrazo porque mientras te sonries con el banista que esta blanco de jabon, limpiando sus culpas, su cuerpo, con toda la inocencia de un nino, tambien ves, en un instante que queda grabado en tu memoria, el torso calcinado de un hombre al que le estan dando la vuelta en una de las piras, mas alla asoman los pies de otro al que ya se le ha quemado el cuerpo y mas cerca un hombre lava las vacas que se han metido a lavarse. Todo esta ahi, cerca, fluido, simbiotico y todo tan extranamente tranquilo y puro. En la tarde se le canta a Shiva y se hace un larga ceremonia frente al Ganges con fuegos, con fruta y caracolas marinas y en medio de los cantos de colores es dificil no sentirse frente a un acontecimiento antiguo y sagrado. Ellos tambien tienen una comunion pero es de platano y zanahoria.
El hombre santo te la otorga con una gran sonrisa y el mundo parece detenerse por un instante entre el incienso, las flores y los parasoles brillantes.
En Varanasi cohabitan religiones y cultos, aqui cerca esta el lugar donde Buda dio su primer discurso y sus calles las recorren monjes tibetanos. Asi que la parsimonia de unos, se une al bullicio de los otros y todo cohabita aqui donde tome una foto de jesus, shiva, sai baba (el antiguo) y buda juntos en una pared....
Al final, solo queda la busqueda del hombre por un sentido, por una fuerza superior que otorgue fuerza para soportar la vida. En Varanasi parece posible creer...
El ganges recorre Varanasi llevandose los pecados, las culpas, trayendo purificacion; sobre sus aguas pequenos barquitos de hojas cargan velas encendidas con los deseos que le enviamos esperando que lleguen a buen puerto, en la oscuridad, los ves recorrer cautelosos las aguas, entre ellos iba el mio...

En Nueva Delhi

Lisa me llevo de la mano a descubrir Nueva Delhi y yo me deje llevar (en este pais donde no puedo poner tildes). No hay como descubrir un nuevo lugar con alguien que lo ama y tuve la fortuna de entrar a esta enorme ciudad con alguien que la quiere y aprecia. Todo cambia entonces porque cada calle se carga de significado y afecto, porque te llevan a los mejores escondites, a los lugares ocultos de comida y tu sigues embelesado al que te guia con tanta pasion. Los amaneceres en la India son como en las peliculas, desde el balcon veia una niebla tenue que lo envolvia todo. En la calle, es cierto, que hay mucho polvo pero a mi me parece parte de todo, y todo me ha encantado desde los rickshaw, estas motos con carroza por las que te movilizas por toda la ciudad, la fantastica comida, las calles laberinticas llenas de sorpresas, la cantidad de olores, los ojos de los hombres.

miércoles, diciembre 20, 2006

Nueva en Nueva Delhi

Tras avatares insospechados amanezco al fin en Nueva Delhi... supongo que mi cuerpo no entiende aún ni qué hora es porque ayer me pasé el día dentro de un avión. Atrás quedó París y las largas caminatas en compañía de Felipe. Las aventuras rumbo a la India empezaron en el aereopuerto con el señor que se me acercó nervioso y me pidió que le le llevara una maleta, esto suena mal, yo sé, pero tenía una historia adecuada para sustentar su pedido y la cosa no parecería tan grave si no fuera porque crecí en Colombia y miles de historias se me cruzaron por la cabeza, dudé y dudé... En esencia me la pensé porque dos días antes, en París, había tenido una larga charla sobre la necesidad de abrirse a los demás, recuperar la fe perdida... y en medio de esa charla un argentino nos abordó para hablarnos y el uruguayo, que trabajaba en el bar, nos regaló una ronda de cervezas. Pero esto era otra cosa y al final temí y no le hice el favor y seguí a mi sala de espera con lágrimas en lo ojos porque había sentido temor de ayudar a alguien y porque no sabía si era cierto o infundado y me entristeció no conocer la diferencia.
La sorpresa del vuelo fue destapar la comida del avión y aventurarse en masas amarillas, confituras rojas y sentir sabores nuevos y extraños que me parecieron todos deliciosos. Abajo, atravesabamos montañas nevadas, planicies interminables y después, ya de noche, ciudades como pequeñas arañas de luces en medio de la oscuridad. Llegué a Nueva Delhi a la 1 de la mañana, tras enfrentarme a la salida del aereopuerto con su contraste con el interior, logré subirme a un taxi. Mi vecino de avión me había advertido que manejaban a la izquierda, como los ingleses, y por eso no me dió tanta impresión subirme en ese taxi que podría haber sido de un paisa, por lo colorido y lleno de imagenes religiosas pero manejado al revés. Medio asustada me subí con ese señor con el que escasamente me entendía y que parecía más perdido que yo. Comencé a relajarme, todo parecía bien... y entonces, al carro de adelante literalmente lo arrasó un camión. Ahí delante de mis ojos lo arrugó como a un papel.
Silencio.
Después de eso duré una hora perdida con el taxista, deteniendonos a pedir indicaciones a porteros qe parecían todos un Nestor Eli cubiertos con ruanas y guantes pero que me hablababan en una lengua desconocida y en realidad ni me hablaban sino que se dirigían al chofer y yo sin entender nada, confiando en que él sí entendiera algo. Lisa, mi salvadora, estuvo pendiente y entre ella el celular me rescataron en la madrugada de Delhi y ya estoy aquí, inciando el viaje, rumbo a conocer la ciudad que se adivina desde este balcón donde me han acogido.