sábado, diciembre 29, 2007

Desde el suelo

Sentada en la tienda de postres con unas fresas con crema en la mano.
El día está fresco. Es mi última tarde aquí, siguen destinos desconocidos.
Nada irrumpe en esta calma silenciosa.
A los lejos un sonido que se acerca cada vez más.... Son dos helicopteros.
pasan lentamentamente, muy cerca, están por aterrizar.
Son los helicopteros de la cruz roja, se identifican gracias a los colores.
La señorita que limpia las mesas comenta "ahí deben venir"..
Yo veo los helicopteros y me parece que pasan muy lentamente, veo sus ventanas pequeñas e imagino que Clara Rojas sujeta a Emanuel sobre su regazo mientras mira la carretera, la tienda de postres, los anónimos comensales que se encuentran allí sentados.
Quizás hasta se hayan cruzado nuestras miradas por un instante.
Un ligero escalofrío me recorre la espalda de solo imaginarlo.
No más palabras.
El helicoptero que se aleja.
El fin de una larga pesadilla para ella.
Yo me como otra fresa en el sopor de una tarde anodina
.

sábado, diciembre 22, 2007

Carta al niño Dios


Querido niño Dios:


Para mi sorpresa debo empezar aceptando que la última vez que te escribí practicamente todo se cumplió.
A este año lo despido con infinito agradecimiento porque aprendí mucho de mí misma, porque fue un año de pruebas y reconciliaciones, de paz en el corazón y de haber entregado amor a manos llenas.
El año pasado me puse en paz con mi pasado, con los dolores y citracices que han dejado tantos sufrimientos y pérdidas, este año viví en el presente muchos de sus días.
Te pido entonces niño Dios un broche para cerrar los ciclos que deben cerrarse. Entereza para dejar tras de mí lo que debe ser dejado y paciencia para recolectar con calma las primeras cosechas.
Te pido cordura, equilibrio... un largo hilo de colores para caminar sobre él desafiando los abismos.
Te pido amor para los que me amen y también para los que no me quieren tanto.
Una silla cómoda para sentarme cuando esté cansada y zapatos cómodos para salir a bailar muchas noches.
Te pido un albúm para almacenar los recuerdos del 2007, un albúm al que me pueda asomar sin nostalgias.
Te pido páginas en blanco para llenar con mis palabras, disciplina para hacerlo, compromiso conmigo misma.
Te pido que el destino encuentre los caminos para manifestarse, que la felicidad me sorprenda cuando menos la espere.
Te pido que mi casa se llene de risas y música, de gratas compañías; que sean posibles los encuentros tantas veces postergados y que las nuevas presencias ocupen el lugar que les corresponde.
Pido valentía y coraje, firmeza y decisión.... dulzura y comprensión.
Un libro siempre sobre la mesa de noche
y películas que me cuenten historias nuevas.
Sonrisas para mis hijas y pies calientes bajo las sábanas frías.
Gracias Niño Dios

domingo, diciembre 16, 2007

Felicidad relativa

De Juana (4 años)
-"Mamá te tengo dos buenas noticias: La primera es que Maya y yo ya hicimos las paces."
-" Qué bueno, me alegro mucho, ¿y la segunda?"
-" Que me salió un bebé
"

Dolor de patria

Durante días he escrito en mi cabeza buscando las frases con las cuales lograr, de alguna manera, expresar el horror, la impotencia, el desamparo frente al drama de los secuestrados de este país.
Han pasado los días y a la terrible desazón de esos días, contemplando las fotos y las pruebas de supervivencia, se suma el hecho de que la vida ha continuado su cauce y que de nuevo se llenan los días de minucias, de pequeñas preocupaciones y rápidas alegrías. En medio del trabajo, los alumnos, las risas, las pequeñas historias intento pensar en todos ellos ha quienes les han arrebatado de un cuajo la posibilidad de vivir y es un instante de dolor el que acompaña su recuerdo. Lo triste es que el dolor termina por diluirse lentamente porque si no sería imposible respirar, caminar, mirar los días pasar.
¿De qué pequeñas cosas se llenará la cotidianidad de estos desaparecidos forzosamente? ¿De qué manera albergar sueños, esperanzas frente a tanta crueldad y frente al silencio de una sociedad que los olvida rapidamente?
Todos estos sucesos me hacen pensar en la materia de la que estamos formados, quizás es la hora de reconocerse como cobardes, cómplices desde el silencio, espectadores callados que contemplan la maldad desde el confort de un cómodo sillón. No me gusta pensarme como cobarde, como cómplice, como facilitadora pero la lección parece haber calado: toca pensar en otra cosa.
No entiendo la pasividad social que acompaña mi país y sin duda ese el mayor logro de los interminables baños de sangre que nos han sacudido, así como nos convertimos en un pueblo recursivo somos incapacidades de levantarnos contra los más terribles atropellos. El silencio, la amnesia inmediata hacen parte de nuestra esencia. Infinitamente individualistas cuidamos nuestra parcelita, nuestro pequeño terruño esperando que nadie lo ensucie, nadie lo toque.
Nos perdemos en infinitas distracciones y creemos que esta realidad es común a un país escindido y violento.
Aprendemos que aquí gana el más fuerte, que es necesario buscar atajos y salidas rápidas, que los caminos rectos pueden no terminar conducendo a ninguna parte, al otro lo puedo agredir, palmotear, debo exigir mis derechos con violencia, hablando duro porque el más macho gana, el que cede se jode y por el camino, mientras se aplica tan magna filosofía, llenarse de historias superficiales que impidan pensar en lo que hago, en lo que hacen lo demás, en lo que está ocurriendo.
El día que leí la carta de Ingrid se me escurrían las lágrimas, mi hija angustiada me preguntó qué me pasaba y cuando le expliqué y le mostré las fotos, porque no quiero que ella viva en la ignorancia total del país que habita, ella se puso a llorar conmigo.
¿Servirá, francamente, eso de algo?