domingo, noviembre 18, 2007

High fidelity

"¿Qué ocurrió primero, la música o las penas? A la gente le preocupa que los jóvenes jueguen con armas o que vean videos violentos, que una cultura de violencia los absorba. A nadie le preocupa que los jóvenes escuchen miles, literalmente miles de canciones sobre corazones rotos, rechazo, dolor, desgracia y pérdida. ¿Acaso escuchaba yo música pop porque era miserable o era infeliz porque escuchaba música pop?"
Con esta reflexión Rob Gordon (John Cusak) da inicio a esta película en la que la música juega un papel fundamental.
Rob Gordon es el dueño de una tienda de discos especializada en la que pasa los días con dos maníacos de la música como él, otros dos que han encontrado en ese pequeño almacén un refugio para su dificultad de sociabilización y para encauzar el desprecio que sienten por todos aquellos que no saben de música.
La novia de Gordon, con la que vivió varios años, ha decidido dejarlo y él se debate entre la depresión y el desconsuelo, o, como dice él, experimentando "la pérdida de la fe y la dignidad." buscando una explicación a su historial amoroso, que él considera es una racha de mujeres que han preferido abandonarlo.
Obsesivo, Gordon realiza el top five de sus rupturas más dolorosas y decide que la constante en su vida ha sido el abandono de aquellas que más ha querido, ahora, él está decidido a buscarlas de nuevo y encontrar una respuesta a lo que él considera ha sido la eterna historia de su vida: el fracaso amoroso, la pérdida constante de lo que más amamos.
Con la ayuda de oportunos flash back y la propia narración del protagonista que le dirige directamente a la cámara, a nosotros, el relato de sus emociones o últimos sucesos, reconstruímos la vida amorosa de este eterno adolescente que le teme al compromiso y que encuentra en la música la posibilidad de, expresar sentimientos y crear "la banda sonora de su vida".
High Fidelity habla de las historias que nos contamos a nosotros mismos para mantener vivos nuestros temores, historias que hemos construídos con los años y no son necesariamente ciertas porque el inmaduro y sensible Gordon descubrirá pronto que ciertas cosas no eran como él las recordaba y que el pasado puede cambiar y por ende cambiar nuestro presente.
Y mientras Gordon realiza su periplo personal de autodescubrimiento y empieza a asumirse, la película nos mantiene atentos y divertidos gracias a los divertidos personajes secundarios, a las secuencias de recuerdos o imaginaciones de Gordon y sobre todo, gracias, a la increíble banda sonora.
(El personaje secundario Barry, interpretado por Jack Black nos muestra a este actor en una de sus mejores facetas, aquí está el germen del profesor de Escuela del Rock).
En suma, una buena y divertida película sobre el amor, el despecho y la dificultad para asumirnos como constructores de nuestro propio destino.

High fidelity (2000)
Director: Stephen Frears

Reeña publicada en
http://www.ochoymedio.info/

miércoles, noviembre 14, 2007

Presentimiento


Hoy es un día pesado, lleno de citas, responsabilidades, encuentros, compromisos.

Los días así mantienen a quienes los viven en un presente permanente y único.

Ella vive un día así, entre papeles y carreras, ha pensado mil cosas, ha cambiado de ánimo varias veces.

De repente se detiene, es solo un instante. Un recuerdo se cruza por su mente, una sensación, dura una fracción de segundo y esboza una sonrisa. Mientras lo hace tiene la absoluta y total seguridad de que a kms de allí, en una calle de París, él se detuvo camino al trabajo a mirar algo y ese recuerdo simétrico también cruzó por su mente y también lo hizo sonreir.

lunes, noviembre 12, 2007

Love actually


Reseña sobre la película en ochoymedio.

domingo, noviembre 11, 2007

Bailar

Sabía que iba a Bailar.
Que bailar es encontrarse con los Muertos
Severo Sarduy De dónde son los cantantes


Escucho a Jens Lekman, su último disco Nights Falls Over Kortedala, tan bien reseñado por Diego en su blog de música.
Hoy quería escribir sobre lo que es bailar. Siempre me ha parecido algo muy especial del ser humano que le guste bailar, que se reuna a poner música y elabore códigos corporales para acercarse a la música en compañía de otros.
Bailar solo puede ser una experiencia personal fascinante. Pones la música y empiezas a bailar, sin preocupaciones, en cine hay muchos ejemplos de estos bailes solitarios y felices en los que el personaje se reconcilia con algo o expresa su libertad (Tom cruise en Negocios sucios, la protagonista de Bajo el sol de Toscana cuando conoce al italiano y tantos otros).
El baile tiene un componente irracional, sentimos la música a través del cuerpo e intentamos expresar ese ritmo. No estoy hablando aquí de Ballet o danza contempóranea. Hablo de lo que nos sucede cuando suena esa canción que nos gusta y nos sumamos a una muchedumbre que busca unirse a través del ritmo. Algunos bailan para otros pendientes de sus movimientos, de saberse el paso de moda, otros se entregan al ritmo. Me gusta ver a la gente bailar y me gusta bailar. No siempre funciona pero muchos momentos de felicidad se pueden experimentar en una pista de baile, en la sala de una casa junto a amigos o desconocidos, entonando una canción y sintiendote feliz mientras te mueves.
La manera como bailas también habla de tu cuerpo y de la relación que tienes con él, por eso nada más seductor que un hombre que baila bien y entiendase bien por estar seguro de sí, de su cuerpo, seguro de moverse.
Y eso es otro tema... bailar en pareja.
Muchas películas incluyen a la pareja de la historia bailando y es un momento único, en el que no median las palabras y solo ves expresiones en el rostro, la química que producen esos dos cuerpos al encontrarse. El cierre de Todo el mundo dice Te amo de Woody Allen es una baile mágico entre los dos exesposos al lado del Sena, y muchas historias románticas incluyen a los protagonistas bailando; Love actually tiene una preciosa escena sobre esto, muy corta, en la que la cámara solo muestra la sonrisa de la chica que al fin ha conseguido bailar con el hombre que le gusta hace años. El hombre, tímido también, le acaricia con suavidad un mechón de pelo, no hay palabras, solo música y cuando la ves sabes exactamente qué está sintiendo ella en ese instante que quisiera detenerse porque no hay palabras ni malentendidos posibles, solo música, solo cuerpos, solo ritmo.
Bailar con alguien puede convertirse en una experiencia intensa y abrumadora que después es difícil de trasmitir. No ocurre muchas veces y depende de ciertas cosas, sobre todo de la disponibilidad de los intengrantes de la pareja para entregarse al ritual del baile.
Y en esa medida nada como el baile en el que te tocas y el hombre te guía. Años de reivindicar derechos femeninos terminan para mí en este momento en el que solo es posible desear que sea él el que te lleve, porque es difícil superar la sensación de una mano firme en tu espalda que te guía con seguridad. Un buen parejo te toma con firmeza y te convierte en la mejor bailarina. La sincronización es perfecta y si alguien grabara la escena, estás convencida, parecería ensayada. El buen bailarín, ese que está a gusto con su cuerpo sabe hacerte sentir segura del tuyo. Y cuando la comunicación ya se ha logrado no hay nada que decirse, no es el momento de contarse cosas, las palabras no pueden mediar cuando el cuerpo comunica de manera tan intensa. Aquí no hay espacio para la razón. El buen balarín tiene movimientos propios que surgen espontaneamente y se adapatan a ti, a tu cuerpo, y él te sorprende coqueto con cambio de ritmos, con sonrisas porque hay pocos momentos así, y cuando ocurren se parecen a lo que llamamos amor desde la racionalidad porque no tenemos palabras suficientes para ciertas gamas de sensaciones y esto que produce tanta felicidad, tanta ligereza, esta vuelta pequeña, esta variación que consigue quitarte el aliento deben venir del mismo lugar, crees, de donde surge el amor.
Yo no lo sé, pero sé que atesoro en mi corazón cada uno de los momentos en que algo así me ha ocurrido con todas sus infinitas variantes.
Pequeñas muertes, nacimientos llenos de luz, el baile te regresa a un estado antiguo, único e intenso, girando segura en mitad de la pista bajo la mirada de aquel que te guía decidido.

Los recuerdos

"Recordar era lo mejor de todo. A veces creía que no le interesaban las cosas más que para poder recordarlas luego. Como esto:este momento exactamente: sus ojos, las largas pestañas, el color amarillo de aceite de sus ojos, la luz reflejada en el mantel que tocaba su cara, sus ojos, sus labios: las palabras que salían de ellos, el tono, el sonido bajo y acariciante de su voz, sus dientes, la lengua que a veces llegaba hasta el borde de la boca y se retiraba rápida: el murmullo de la lluvia, el tintineo de las copas, de los platos, de los cubiertos, una música distante, irreconocible, que llegaba de ninguna parte:el humo del tabaco:el aire húmedo y fresco que venía del parque: le apasionaba la idea de saber cómo recordaría exactamente este momento."
Guillermo Cabrera Infante, Delito por bailar el chachachá.

jueves, noviembre 01, 2007

Octubre en Nueva York 2

.En el vagón del metro van tres mujeres con pelucas verdes fluorecentes. Van vestidas igual. Yo las veo desde la estación, unos segundos, van sonriendo, son idénticas enfundadas en sus trajes blancos. La imagen parece sacada de una película de Lynch.
.El sonido de la respiración de Sara durante la noche. El recuerdo de mis propias hijas haciendo esos mismos ruidos hace apenas unos años.
.Las mañanas tranquilas de compañía y desayunos, las horas largas de no hacer nada y compartir cotidianidad, en esta ciudad de locos el tiempo se detuvo. No hay museo con mejor exposición que esta.
. Caminar horas y horas reconstruyendo una vida que ha transcurrido rápido, mientras caminas aparece un parque, una entrada decorada, un pequeño restaurante, y cada paso es un mes, un año que aparece y se desvanece ante tus ojos porque el tiempo siempre será relativo