"¿Qué ocurrió primero, la música o las penas? A la gente le preocupa que los jóvenes jueguen con armas o que vean videos violentos, que una cultura de violencia los absorba. A nadie le preocupa que los jóvenes escuchen miles, literalmente miles de canciones sobre corazones rotos, rechazo, dolor, desgracia y pérdida. ¿Acaso escuchaba yo música pop porque era miserable o era infeliz porque escuchaba música pop?"
Con esta reflexión Rob Gordon (John Cusak) da inicio a esta película en la que la música juega un papel fundamental.
Rob Gordon es el dueño de una tienda de discos especializada en la que pasa los días con dos maníacos de la música como él, otros dos que han encontrado en ese pequeño almacén un refugio para su dificultad de sociabilización y para encauzar el desprecio que sienten por todos aquellos que no saben de música.
La novia de Gordon, con la que vivió varios años, ha decidido dejarlo y él se debate entre la depresión y el desconsuelo, o, como dice él, experimentando "la pérdida de la fe y la dignidad." buscando una explicación a su historial amoroso, que él considera es una racha de mujeres que han preferido abandonarlo.
Obsesivo, Gordon realiza el top five de sus rupturas más dolorosas y decide que la constante en su vida ha sido el abandono de aquellas que más ha querido, ahora, él está decidido a buscarlas de nuevo y encontrar una respuesta a lo que él considera ha sido la eterna historia de su vida: el fracaso amoroso, la pérdida constante de lo que más amamos.
Con la ayuda de oportunos flash back y la propia narración del protagonista que le dirige directamente a la cámara, a nosotros, el relato de sus emociones o últimos sucesos, reconstruímos la vida amorosa de este eterno adolescente que le teme al compromiso y que encuentra en la música la posibilidad de, expresar sentimientos y crear "la banda sonora de su vida".
High Fidelity habla de las historias que nos contamos a nosotros mismos para mantener vivos nuestros temores, historias que hemos construídos con los años y no son necesariamente ciertas porque el inmaduro y sensible Gordon descubrirá pronto que ciertas cosas no eran como él las recordaba y que el pasado puede cambiar y por ende cambiar nuestro presente.
Y mientras Gordon realiza su periplo personal de autodescubrimiento y empieza a asumirse, la película nos mantiene atentos y divertidos gracias a los divertidos personajes secundarios, a las secuencias de recuerdos o imaginaciones de Gordon y sobre todo, gracias, a la increíble banda sonora.
(El personaje secundario Barry, interpretado por Jack Black nos muestra a este actor en una de sus mejores facetas, aquí está el germen del profesor de Escuela del Rock).
En suma, una buena y divertida película sobre el amor, el despecho y la dificultad para asumirnos como constructores de nuestro propio destino.
High fidelity (2000)
Director: Stephen Frears
Reeña publicada en http://www.ochoymedio.info/
domingo, noviembre 18, 2007
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