miércoles, febrero 10, 2010

Shine on you crazy diamond

Quizás el comentario que más escucho cuando comento que trabajo con adolescentes es el clásico: los jóvenes de ahora son terribles, no como los de antes....
En días como hoy tengo sentimientos variados hacia esa apreciación que se hace tan a la ligera. Lo primero que un adulto debería entender es que los jóvenes de hoy son un producto de los adultos de hoy. Se suele ver la cosa por separado y la realidad no funciona así, los jóvenes se encuentran estrechamente vinculados a los adultos necesitan su dinero, sus permisos y aprobación o desaprobación y cargan las cadenas y miedos de sus mayores.
Ante los excesos, el sedentarismo, el abuso de ciertos artefactos eléctricos, debe mirarse siempre hacia arriba, al adulto que ha permitido, facilitado o concertado esa situación.
Lo segundo es que basta acercarse un tanto para descubrir que la juventud siempre es la misma. Ahí está la mirada curiosa, los ojos abiertos y expectantes. Yo los veía hoy y me impresionaba con lo talentosos que pueden ser, con la fuerza para luchar por ciertas cosas, por la camadería que existe entre ellos. Siempre que pasa esto siento que hay esperanzas, que no todo está perdido que la juventusd es siempre esa promesa eterna de que habrán cambios, de que llegará un amor gigante a sacudir el mundo y hacer que tambaleen los cimientos. Que quizás, solo quizás algunos retomen los caminos que se han comenzado a trazar y después se han perdido y entonces reinará la luz por encima de las tinieblas. Trabajar con adolescentes es un escenario privilegiado porque los ojos que te miran, los de estos por lo menos, no lo de todos, aún no están contaminados de mucho dolor y decepción, están allí llenos de fuerza con la idea de lo que creen ser apenas esbozándose como esos esclavos de Miguel Angel que están en Italia y que dicen están inacabados porque apenas se ve la fiigura bajo el bloque de piedra( no como los del Louvre que se ven tan perfectos), esos esclavos se parecen a mis adolescentes.... ¿Qué será de ellos? ¿Se descubrirán perdedores, cobardes, incapaces de realizar sus sueños? ¿Terminarán doblegados, con el pelo corto, habiendo olvidado lo que los hacia vibrar y suspirar? ¿perderán el brillo? Yo no le deseo eso a ninguno de ellos, ojalá no conozcan los vericuetos oscuros del alma a los que algunos ya empiezan a asomarse, ojalá pudieran verse con los ojos del tiempo y ver lo mucho que brillan hoy, ojalá se pudieran ver...






2 comentarios:

Carolina Alonso C. dijo...

Me emocionan tus palabras, como siempre. Pero estas acerca de podernos "ver" me parecen de ese tipo de palabras que deben repetirse muy seguido, que debemos recordar con frecuencia... porque no tienen que ver sólo con los adolescentes, sino con todos nosotros, con quienes a veces olvidamos los seres-puente que somos... como lo dijo Nietzsche; seres-posibilidad, seres-vínculo, seres-mediación... Te mando un abrazo. Ah, hoy retorné a mis puntadas, cinco años después de la primera...

E. C. Pedro dijo...

Estimada Manuela, me parece muy apropiada la frase que intitula esta entrada. De hecho, simpre he pensado que los compañeros de Barrett querían en realidad decirle "Shame on you, crazy diamond!" (Avergüénzate, diamante loco). La juventud, como el amor, son probablemente los mayores motores de la humanidad. El lío está en que a diferencia de lo que sucede con la energía atómica (otro motor en el mismo sentido), se suelen obviar sus... riesgos colaterales.

"Juventud divino tesoro,
Ya te vas para no volver
Cuando quiero llorar no lloro
Y a veces lloro sin querer"