viernes, agosto 04, 2006
Leonardo
Leonardo timbra en mi casa como a las seis. El sol se está poniendo tras las montañas y la luz naranja lo cubre todo.Leonardo tiene los ojos azules y desorbitados, carga un maletín lleno de papeles e ingresa en mi casa como si ya la conociera , como si fuera mi mejor amigo y se sienta en el sofá. Yo ni me siento porque no he contemplado la posibilidad de hacer visita con él pero a él no le importa porque no ha dejado de hablar un segundo desde que entró. Habla de la vista, de la luz del sol y de repente ve la pista del aereopuerto y entonces se detiene en eso yme explica que quiere pilotear un avión. Y al parecer sabe del asunto porque puede predecir hacia que lado girará el avión que acaba de despegar (de pronto siempre giran para el mismo lado y la que no sabe soy yo) y yo le escucho las frases que brotan de su boca una tras otra, una tras otra...Y ya no está hablando de aviones y rutas sino del campín y del concierto de conciertos mientras yo recuerdo lo que era mi vida entonces. La luz naranja sigue poniendose y termino por decirle que desde mi casa alcancé a escuchar el concierto de Juanes con claridad, cosa que me sorprendió porque vivo muy lejos del campín y entonces él me habla de Guns and Roses, de las babas de Axel cayéndole en la cara y de su amigo que consiguió VIP. Yo sigo sin sentarme y Leonardo continúa discrepando. "Yo solo le digo que está loco" me dijo Catica cuando me pasó su tel, "pero la puede ayudar en lo que necesita". Las dos cosas son ciertas y Leonardo me entrega el papel que me hacía falta. Catica dice que Leonardo cuenta que una vez le sacó el ojo a un taxista y que otra vez descuartizó a alguien, a mí me habla de conciertos, de aviones y de taxis y ruego porque no emerja su lado psico porque cada vez está más cómodo en mi sofá y yo no quisiera sentirme asustada por ese grandulón de ojos azules. Sigo sin sentarme pero ya le he dado jugo e intento parecer interesada mientras mantengo la distancia, introduzco el tema del dinero como para aterrizar la cosa y no terminar comiendo con él. Finalmente le pago, me río y él se va.
El sol de la tarde termina de ocultarse.
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