Durante estos días he estado sumergida en la lectura de unos libros que ya había leído: Delirio de Laura Restrepo y La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Volver a leer un libro siempre es una experiencia grata porque recordamos lo que sucedió durante esa primera lectura y nos maravillamos o sorprendemos con cosas nuevas. Es como hablar con un viejo amigo, alguien de quien conocemos las historias, pero que siempre puede contarnos algo nuevo...
De Delirio me sorprendió que había simplemente borrado a ciertos personajes, poco o nada me importaron los avatares de los amigos del Midas, ya prácticamente ni recordaba los episodios con estos muchachitos "bien" y eso que hay asesinato de por medio y que a muchos de mis alumnos les impresionó eso... Leí recordando cuando me había acercado por primera vez a esa historia en un apartamento frío de la Macarena, empachandomelo casi de una sentada, maravillada porque Laura Restrepo había entendido bien la lección que dejó Marvel Moreno en suu literatura, aquella que las mujeres intuímos: que nuestra historia no empezó con nosotros, que ni siquiera somos únicas y originales sino que cargamos sobre nuestras espaldas, y peor aún, en nuestra psique todo el pasado familiar. Herederos de taras y temores intentamos enfrentarnos al mundo... por el camino, con suerte, encontraremos quien nos quiera amar y nos acepte con nuestro fardo y aunque el amor es incapaz de curarlo todo si se aligera el equipaje cuando alguien nos acepta como somos.
Cuando leí ese libro la primera vez, el frío de las baldosas de mi casa lo traspasaba todo y se me adhería los huesos... quería una casa con sol y aire, quitarme la chaqueta y los guantes con los que deambulaba por los corredores. Es el año que recuerdo más frío en Bogotá, ha sido uno de los más tristes que he vivido...
Ahora, descalza contra el tapete siento que los fardos ya no pesan casi y que en la madrugada, un inesperado abrazo, puede devolverte todo el calor perdido....
De Delirio me sorprendió que había simplemente borrado a ciertos personajes, poco o nada me importaron los avatares de los amigos del Midas, ya prácticamente ni recordaba los episodios con estos muchachitos "bien" y eso que hay asesinato de por medio y que a muchos de mis alumnos les impresionó eso... Leí recordando cuando me había acercado por primera vez a esa historia en un apartamento frío de la Macarena, empachandomelo casi de una sentada, maravillada porque Laura Restrepo había entendido bien la lección que dejó Marvel Moreno en suu literatura, aquella que las mujeres intuímos: que nuestra historia no empezó con nosotros, que ni siquiera somos únicas y originales sino que cargamos sobre nuestras espaldas, y peor aún, en nuestra psique todo el pasado familiar. Herederos de taras y temores intentamos enfrentarnos al mundo... por el camino, con suerte, encontraremos quien nos quiera amar y nos acepte con nuestro fardo y aunque el amor es incapaz de curarlo todo si se aligera el equipaje cuando alguien nos acepta como somos.
Cuando leí ese libro la primera vez, el frío de las baldosas de mi casa lo traspasaba todo y se me adhería los huesos... quería una casa con sol y aire, quitarme la chaqueta y los guantes con los que deambulaba por los corredores. Es el año que recuerdo más frío en Bogotá, ha sido uno de los más tristes que he vivido...
Ahora, descalza contra el tapete siento que los fardos ya no pesan casi y que en la madrugada, un inesperado abrazo, puede devolverte todo el calor perdido....
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