Hoy es un día amable, hay días así, uno se levanta y no importa que esté lloviendo o que haga frío, que las citas se hayan cancelado a última hora... no importa porque en la madrugada tuviste un sueño dulce y tranquilo y te levantaste con esa imagen anidada en el pecho y el aire se respira diáfano y la casa se siente acogedora. Hoy estoy escuhando a Serrat que tiene dobles conecciones conmigo por un lado me recuerda a mi mamá, a los domingos de sol cuando ella dejaba de ser la abogada ejecutiva y andaba por ahí en piyama escuchando Serrat, tirada en el puf rojo (¿sí se escribe así puf?) leyendo alguna cosa. Mi mamá hace muchos años que no se levanta los domingos ni ningún día y han sido tantos los días de no verla que hasta se me diluye el timbre de su voz, el color de sus ojos o las expresiones de su cara. Con extrañeza miro el calendario y no deja de aterrarme la posibilidad de que en tres años tendré la edad que ella tenía cuando murió. Tuvo que pasar todo este tiempo para entender que esa mujer echada en el puf leyendo se parece mucho a mí, o mejor, yo me parezco mucho a ella y que ahora puedo entender sus tristezas y vacíos y que quisiera abrazarla fuerte en estos días que la siento próxima y entiendo su tristeza, en estos días que siento que podríamos ser amigas porque ella siempre tendrá la misma edad mientras que yo hace rato que dejé de tener catorce años. Después de que mi mamá dejó de poner a Serrat a todo volumen por la casa, pasé un tiempo sin oírlo y lo reencontré con el paso del tiempo.Así como Charly te acompaña en ese complejo momento de "hacerte mayor", en la dificultad de acoplarse a un mundo muchas veces hóstil Serrat te susurra que todo está bien porque, como lo escribió Machado, amas "los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón" o, como quiero sentirme hoy, que la vida a veces "nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas, nos pasea por las calles en volandas,y nos sentimos en buenas manos;se hace de nuestra medida,toma nuestro paso y saca un conejo de la vieja chistera y uno es feliz como un niño cuando sale de la escuela." Lo que yo sé es que muchas veces despertarse no es fácil y que la epidemia del mundo moderno es la amnesia. No solo se olvidan fechas importantes, citas, no solo se vive tan rápido que ya no queda tiempo para verse con los amigos, no solo el celular lo interrumpe todo y ya no sabemos vivir sin ruido e intromisiones del mundo exterior si no que olvidamos quiénes somos, quiénes fuímos, quiénes queríamos ser. No quiero realizar muchas divagaciones, prefiero decir que de chiquita alineaba mis muñecos y me colocaba frente a ellos, durante horas les dictaba clase, les corregía las tareas imaginarias y escribía libretas de calificaciones después de sacar promedios. 20 años después lo sigo haciendo,claro ahora tengo alumnos de verdad, probablemente soy la misma. Lo único es que antes no me sentía nunca sola y que era mil veces más fácil comunicarse con los muñecos que con las personas. Lo que pasa es que hay días que me pasa lo de Gregorio Samsa y me despierto convertida en un insecto y ya no sé ni quién soy, me ataca la amnesia y olvido las clases que dictaba a los 8 años, las tardes de soledad mirando las nubes desde mi ventana, las noches escuchando a Serrat, las noches de abrazarme a mi mamá; olvido que quería para mí un destino de sorpresas y de magia... Luis, al que no conozco, se tomó el tiempo de escribirme en el anterior post y me contó de su novia y su apartamento tortuga, de los días que han cambiado.. yo también leí su blog y pensé que no era cierto que ya no existiera la pasión en su vida. Yo creo que los años nos van moldeando pero también que nos van pasando al lado mientras en muchas cosas seguimos siendo iguales, nos modifican las miradas de los otros, las expectativas que tienen sobre nosotros, las responsabilidades reales y, sobre todo, las que nos autoimponemos para cumplir nuestro rol, o, por lo menos, lo que creemos que es nuestro rol... en medio de todo eso nos ataca la amnesia.... "¿Y ahora quién podrá ayudarnos?" La respuesta, claro, debería ser interna, nos levantamos decididos a recuperar lo que dejamos olvidado por ahí pero no siempre es así.. muchas veces necesitamos que nos recuerden que somos amnésicos, alguien que se acerque y nos pregunte por nosotros, por nuestro pasado, alguien que formule la vieja pregunta ¿quién eres? Nosotros, obligados por la buena educación, buscamos una respuesta... y por el camino nos encontramos con lo que habíamos olvidado. Supongo que esa es la aventura de vivir, perderse y encontrarse y, por el camino, encontrarnos con otros.
De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño
tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.
jueves, julio 14, 2005
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4 comentarios:
Hola Diana Ospina.. parece que es mi tercer o cuarto intento por dejar un comentario en tu blog. Siempre resulta extraño escribirle a alguien que no se conoce, pero alguna vez tuve ese impulso y ahora me encuentro en un punto en que no sé como retomarlo. Consecuencia de ese primer impulso satisfecho fue el honor de aparecer mencionado en este nuevo post. Pero quise hacer un comentario que desarrollara algo más que un formal agradecimiento. Ahora se me hace demasiada exagerada la aseveración sobre el escribirle a alguien desconocido. No fue extraño ciertamente haberte escrito, no porque no te conozca, sino porque en algún momento tu blog me hizo a la idea -falsa o verdadera- de lo que eras. En este momento me encuentro algo desalentado con el término desconocer, no sé exactamente a que se refiere después de mucho pensarlo. Supongo que después de un rato de uno concentrar su atención elaborando su propio espacio virtual y visita el espacio de otros la pregunta sobre la identidad parece surgir la mayoría de veces. Siempre existe esa inquietud por el detrás de pantalla, el ser detrás del muro lingüistico: esa denuncia a la literatura que provoca Foucault al sospechar por la función del autor en el texto literario. Y lo más aterrador, cuando nos vemos sin piso en este terreno movedizo llamado ciberespacio y comprendemos que estamos en medio de una pesadilla Barthesiana de intertextualidad y desautorización. Parece que nuestros viejos presagios y conjuros no dan resultado; es más que obvia nuestra angustia. Esta dualidad entre lo conocido y lo no conocido me recuerda un pasaje de trópico de Capricornio de Henry Miller; pasaje que, aclaro, me ayudó a darle menos trascendencia al caso: Miller confiesa su pasión por los traseros femeninos en este capítulo de su conocida novela. Al mismo tiempo nos revela su obsesión casi inmediata por tratar de descubrir el rostro de la feliz afortunada de poseer tan apreciado atributo. EL escritor nos informa luego de los múltiples desaíres sufridos debidos a su obsesión. Después de repasar la experiencia cientos y cientos de veces, y generalmente sentir como su emoción inicial por un estupendo trasero se disminuía cruelmente por un rostro menos afortunado, el autor decide dejar de practicar el malsano hábito: tajantemente se impone evitar mirar el rostro de las agraciadas mujeres y agradecer de este modo al cielo por la oportunidad de presenciar tal maravilla natural de la condición femenina por su ser en sí. Sé que el ejemplo puede ser ofensivo, para defenderme diré que no comparto el gusto por los traseros con Miller y como Efraím Medina desconfío de los hombres a los que les fascina. Pero el ejemplo me parece afortunado, se me hace más gráfico y entretenido que una disertación sobre El medio es el Mensaje de McLuhan, con finalidades similares. El parecido con McLuchan lo encuentro en la lectura de los medios como mensajes. Miller descubrió que el trasero era un mensaje divino que por otra parte no coincidía generalmente con la lectura del mensaje del rostro de la mujer localizada. McLuhan, siendo profanos a morir, diría que el culo es un medio y a la vez un mensaje y la cara otro medio con otro mensaje totalmente distinto. En relación a Internet y como un experto en citas a ciegas por este aparato, antes de tiempos de las webcam, diría que mi actitud frente a los medios cibernéticos es similar a la actitud de Miller con los medios posaderos. Me encuentro agradecido por el milagro de conocer los mensajes de gente maravillosa por blogs, chats, webpages, messengers y todo ese tipo de vehículos comunicativos. Pero a la hora de conocer a la gente en ese medio llamado "Realidad" llanamente, entro en pánico y me aterra pensar que tal vez, como Miller, sea defraudado por un rostro sin mensaje.
Lo anterior era con relación a la segunda parte de tu post. En relación a la primera, creo que se duplicaría mi post. Creo que ha sido de los milagros cibérneticos más preciados que he experimentado. Me ha dejado pensando días y días. Es supremamente similar a una lectura perdida que tenía. En este sentido empata con lo que dices del otro que necesitamos para descubrir aquella cosa que perdimos hace tanto. Recordé un viejo artículo de Italo Calvino llamado: El universo en una sílaba. Habla de un extraño sueño del italiano en París. Sueña con su padre, hablando en Portugués, su padre joven, de unos 20 años, con su traje de marinerito y él con la edad real del tiempo real: bordeando casi los cincuenta.Calvino dice algo así como que hay algo de supremamente ridículo y trágico en el hecho de ver a los Padres de uno menores a uno. En el momento de leerte pensé que coño, era una de esas cosas que se llaman sensaciones universales. Me aterró mucho tu lectura pero a la vez me encantó, la adoré, pensarte a ti como una mujer que se repite a partir de los hábitos y las canciones de Serrat. Tengo miedo de intromerme mucho más en tus asuntos así que no me regaré mucho más al respecto, más que decirte que esa mañana que describes me resulta mágica, su encanto no reside en la felicidad -mucha gente suele asociar la felicidad con la belleza- ni siquiera la mencionas, reside en la amabilidad de los días, en no pegar tan duro, en dejar fluir un tanto de melancolía y recuerdo en su preciada dosis al tiempo que deja fluir el goce instantáneo de las pequeñas cosas bellas de la vida como pueden ser una canción, una escritura, un pensamiento, un aroma o un recuerdo.
Gracias por haberme tenido en cuenta en tu post.
Hola mi pequeña... sí, hay días generosos, y encuentros afortunados que nos ayudan a recordarnos quiénes somos, quiénes hemos querido ser. Creo que relacionarnos con los muñecos siempre será más fácil, porque no nos confrontan, porque llenamos sus silencios con la expresión siempre tierna de sus rostros, en vez de imaginarles oscuras ideas o mentes vacías que no generan ni ecos... Te quiero mucho, y cuando te leo y cuando te escucho y cuando te veo... sí, me recuerdas quién soy y lo que quiero ser.
Hay días buenos y días malos. Días de lluvia y de sol. Días friós y cálidos y cuándo será el día que me gane la quiniela?. Día duro y blando. Diafanes dijo qué día de mierda pero bueno. Suerte!
Diana Ospina Obando, Utiliza un lenguaje simple en sus comentarios, no sé si para permitir a todos su acceso o simplemente se entrega diáfana ante o los ojos de quién no la ve. Diana, parte homo videns parte homo sapiens. Homo videns tal vez por la contemporaneidad de sus comentarios donde la imagen se roba toda la atención; homo sapiens cuando su postura crítica ante la vida le permite afirmar: “Lo que pasa es que hay días que me pasa lo de Gregorio Samsa y me despierto convertida en un insecto…”.
De otra parte, y no menos importante, Diana es una mujer que demuestra sensibilidad a través de sus escritos y se apoya en un medio audiovisual para su cometido. Pero, por qué abrirse de la esfera privada a la pública, es la cuestión.
Desde mi punto de vista, es otro espacio que se da más para recibir que para dar, es como el Coronel Aureliano Buendía quien espera ser notificado. Y qué espera Diana al momento de darse a conocer, de dar a conocer cómo invierte su tiempo de ocio. En cómo se vio ella y lo poco o lo mucho que ha podido hacer para hacerse como persona.
Prefiero esperar un poco a conocer más de la universalidad del mundillo creado por Diana, porque la lectura que le doy ahora es en un solo plano, de carácter denotativo; espero en unos días poder connotar de una manera más clara la intencionalidad con la cual ella se abre al mundo.
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