Cuando terminé con mi primer novio él me dijo una frase que me ha perseguido desde entonces, me dijo que no entendía cómo era posible que un día yo le dijera "ya no más" y que eso, tan simple, cambiara todo. Lo que él no podía entender es cómo se pasaba de llamarse todos los días y tener un compromiso con el otro a nada con una conversación. Así es, es cierto y es extraño. Conoces a alguien y ese conocer a alguien es establecer un vínculo nuevo que tendrá sus propias reglas, quizás decidan hablarse de vez en cuando, llamarse para eventos especiales, cada relacón tiene su propia lógica. Con alguien que conoces de repente te sucede algo especial, hay una especie de química, se cuentan cosas, comparten, un día te tocas y ahí empiezan los acuerdos tácitos. La relación marca su propio ritmo y su compromiso, se hablan todos los días, desean verse y de repente ya no es solo desear verse sino que se espera que así sea, se espera que el otro aparezca, se reporte, etc. Lo que me impresiona es que no deja de ser un compromiso de palabra, sincero y simple. Se está ahí porque se quiere, por nada más y cuando uno menos se da cuenta hay reglas, hay límites, expectativas y demás andamiajes propios de la vida con una pareja. Muchas veces se quisiera que no fuera así, que las cosas pudieran ser más sencillas pero querer implica esperar y, sobre todo, es muy difícil amar sin desear construir. Finalmente, has otorgado tu palabra y el otro espera que la cumplas, un día ese compromiso se rompe, no importa de qué manera y la sensación siempre es dolorosa porque pierdes algo. Entiendo lo que me decía ese novio porque realmente una frase, una conversación, una acción, pueden cambiar por completo tu existencia: se acabaron las rutinas, lo que sentías seguro, tu posible futuro.
Las rupturas te dejan solo frente al abismo, frente a un mañana incierto. Pierdes y ganas... nuevas posibilidades se abren ante tí, terminas por redescubrirte y recuperar, vuelves a estrechar tu propia mano y te condueles por la compañía que ya no sientes junto a ti. Unas rupturas duelen más que otras; algunas son definitivas, otras, necesarias; quizás unas más sean transitorias, poco importa, siempre pierdes un pedazo de tí, es un rehacerte en la mitad del camino y reconstruir la historia. Al final, probablemente todo se organice pero hay días que duelen y días en los que es dificil, claro que lo entiendo, resignarse a que de un momento a otro las cosas cambien.
martes, octubre 17, 2006
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