En otra vida me llamaba Coco y vivía en París. Tenía el pelo largo, larguísimo, casi hasta la cintura, usaba faldas largas y aretes enormes. Me encantaba mi ciudad y caminaba durante horas por sus calles. Tenía un novio con el que me enfrascaba en terribles y largas peleas. Nos gritabamos durante horas... En una de las peleas me jaló el pelo con fuerza, en otra me pegó en la cara. No podía vivir sin él, ni con él... en un acto desesperado colgué una soga de una viga y decidí ahorcarme. Puse la soga en mi cuello, una soga gruesa que me tallaba, y con decisión salté del butaquito que había puesto. Escuché con claridad el crack, sentí la opresión en la garganta y después todo fue silencio y oscuridad. Morirse es desaparecer.
Cuando desperté del sueño que me llevó a esa otra que fuí sentía un sabor a cabuya en la boca.
El dolor en el cuello me duró varios días.
martes, octubre 10, 2006
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1 comentario:
Un sin número de veces he soñado con esos otros seres que he sido, he recreado escenas de la vida de esos otros hombres o mujeres que fui. Esto me ha ayudado a crecer en esta nueva vida, me ha ayudado a fortalecer mi personalidad, pero siempre queda un sabor, un dolor, un sentimiento tatuado en nuestra alma.
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