martes, octubre 24, 2006

una historia con moraleja

En el avión me tocó la silla 22 k. Me hice amiga de mis vecinos de viaje y lo que más me gustó es que nunca supe sus nombres. Me sentía en Autopista al sur de Cortázar... ya habiendo perdido el nombre que nos identifica en ciertos contextos. En el avión eramos otros y nos confiamos secretos y nos contamos historias en la tranquilidad del anonimato. El señor de la 22 J nos contó que trabaja en una empresa muy grande que inició en el momento en el que el dueño descubrió la isla de los pájaros. Allí, esta persona encontró grandes cantidades de excremento de pájaro y tuvo la genial idea de venderlo como abono, en esa época no existían los abonos sintéticos. Un barco alquilado, luego uno propio, luego dos, luego tres etc.. etc.. construyó un imperio.
Moraleja: Aún de la mierda pueden salir insospechadas riquezas....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una buena historia.
Gracias a ella me e librado de un suspenso en lengua, al copiarla y entregarla.

GRACIAS

Anónimo dijo...

Nunca dejaré de agradecer infinitamente por esos momentos antes de dormir donde una anécdota, una historia, una cita o tan solo una foto te hacen sentir que todo vale la pena. Gracias Diana